miércoles, 14 de abril de 2010

MUSICA POPULAR CHILENA DE RAIZ FOLKLORICA

INTRODUCCIÓN

La historia de la música popular urbana tiene como característica central la masificación y transformación de la música en un bien de consumo, lo que influyo en gran parte de la vida musical en occidente desde los albores del siglo XIX. Es así como las pequeñas comunidades de campesinos y los círculos de aficionados que tocaban, bailaban o escuchaban música en el siglo XVIII, comenzaron a ser remplazadas por grandes grupos de obreros, empleados, profesionales y jóvenes que demandaban nuevos repertorios y nuevas formas de acceder a ellos.

Para llegar a estos amplios sectores sociales, la música tuvo que masificarse, participando del desarrollo de la industria comunicacional y cultural de la modernidad. Con esta masificación surgió lo que hoy llamamos “música popular urbana”, la que a lo largo de sus dos siglos de existencia ha desarrollado géneros propios, y modos particulares de interpretación y producción. En este desarrollo, la música popular no ha estado aislada de otras formas de concebir y de hacer música, generando préstamos e intercambios que han contribuido a enriquecer el lenguaje musical en general.

La música popular chilena (MPC) es un buen ejemplo de este proceso de intercambio, ya que, en gran medida, ha recurrido a géneros del folklore, desarrollando nuevos modos de arreglo e interpretación a partir de ellos, y ha utilizado técnicas de la música docta. Al recurrir al folklore, la música popular adquiere el apellido “de raíz folklórica”, surgiendo, como en el caso chileno, distintas formas de utilizar y de acceder a dichas raíces. Según sea la forma de aproximarse al folklore y el modo de interpretarlo y adaptarlo o “arreglarlo”, han surgido en Chile tres corrientes de música popular de raíz folklórica: La Música Típica (1927), el Neofolklre (1963) y la nueva canción chilena (1965), a las que podemos agregar la Proyección Folklórica (1950). Todas ellas estuvieron vigentes en el país durante la década de 1960.

El origen y desarrollo de las corrientes de la MPC de raíz folklórica, esta determinado en muchos casos por funciones sociales que es necesario considerar para comprender el sentido de dichas corrientes. Distintos sectores de chilenos han producido y consumido música de raíz folklórica, según funciones específicas que cada corriente musical ha desempeñado para ellos. En el Chile de los años ’60 , estas funciones se expresaron en intentos de evocar, proyectar, modernizar y reivindicar diferentes nociones de folklore, como veremos a continuación.


EVOCACIÓN DEL FOLKLORE

La presencia en las ciudades de sectores sociales ligados al campo, tanto por su condición de inmigrantes como de dueños de tierra, impulsó en el país el desarrollo de una música que evocara el vínculo de estos sectores con el campo, alimentando cierta nostalgia por el lugar apacible e idílico que dejaba atrás la agitada vida urbana.

A comienzos del siglo XX, el folklore campesino llegaba a la ciudad en espectáculos costumbristas como sainetes, mosaicos criollos y romances camperos. Sin embargo, lo que consolidó la presencia de la música de raíz folklórica en el medio urbano nacional fue la creación de cuartetos de voces y guitarras, los que vestidos a la usanza del huaso chileno, realizaban interpretaciones evocativas del folklore de la zona central. El primero de estos grupos, Los Huasos de Chincolco, fue organizado por un empresario teatral, convencido de que la tonada chilena “bien presentada y reclamada en forma, podría gustar al público”. Pero fue el medio universitario el que produjo los grupos señeros de esta tendencia: Los Cuatro Huasos (1927), Los Huasos Quincheros (1937) y Los Provincianos (1938).

Los cuartetos de huasos universitarios hicieron de la tonada, el género principal para la evocación del folklore, debido a su carácter lírico, su estructura flexible y sencilla, y su arraigo en la cultura criolla nacional. De este modo, la tonada se estilizó con interpretaciones pulidas, desarrollándose un estilo de ejecución virtuoso en la guitarra, el arpa y el acordeón. Las voces de estos cuartetos eran cultivadas, de dicción articulada y afinación precisa, rasgos apropiados para el medio social acomodado donde eran admirados. Al mismo tiempo, incluían gritos de animación e imitaban modos de hablar campesino, intentando evocar el “sabor típico” de la música folklórica.

Con la estilización de la tonada, la música campesina se transformo en la ciudad en música de espectáculo, adecuada al medio nocturno de boites y restaurantes. Había nacido el “artista del folklore”, y con él, la Música Típica Chilena. Esta música creó un estilo propio,… Forjó la imagen sonora de Chile para el propio país y el mundo, constituyendo la corriente principal de la MPC hasta comienzos de los años sesenta. Sin embargo, la asociación de la Música Típica con la cultura criolla dominante, llevo a sectores progresistas e intelectuales de la sociedad chilena a sustituirla o simplemente a ignorarla como imagen de nación y emblema de identidad, alegando que excluía las raíces indígenas y no favorecía el cambio social. De este modo, comenzó a disminuir la importancia de la MT en el medio urbano nacional y a ser sustituida por nuevas formas de elaboración del folklore.

Gran parte de sus exponentes perdieron el protagonismo alcanzado, y solo se mantuvieron vigentes en los años sesenta figuras como Luís Bahamonde, Francisco Flores del Campo y Clara Solovera en la composición, y Ester Soré, Silvia Infantas y Los Huasos Quincheros en la interpretación. Al mismo tiempo surgieron nombres nuevos dentro del género, como fue el caso de Raúl de Ramón y Sergio Sauvalle. Durante los sesenta destacaron composiciones como “Alamo Huacho” (1963) de Solovera; “Que bonita va” (1964) y “Dos corazones” (1965) de Flores del Campo; “El corralero” (1965) de Sauvalle; y “Que bonita es mi tierra” (1968) de Bahamonde.


FUENTE: “Música popular chilena de raíz folklórica”, Juan Pablo González; en “Clásicos de la música popular chilena”, Volumen II, 1960 – 1973. Sociedad Chilena del Derecho de Autor. Ediciones Universidad Católica de Chile.

1 comentario:

Duncan dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.